lunes, 8 de diciembre de 2008

FELIZ NAVIDAD


Acomodado a mil kilómetros de tanta gente que me ha hecho sentir el calor de la amistad, el ánimo para seguir adelante en tantos y tantos malos momentos, la esperanza de un mañana mejor y el perdón en situaciones críticas; miro por la ventana y veo el constante color plomizo de este cielo asturiano y sueño con el sol sureño que siempre me ha rodeado.

Es esta incierta vida la que te pone delante de situaciones que te invitan a la reflexión. Nunca han sido estas fechas las que más me han gustado para dedicarme a revolver mi mente, pero tampoco había tenido nunca la Navidad el sentido que tiene este año para mí, tampoco había descubierto en mínimas situaciones los grandes sentimientos que ahora descubro, tampoco había sentido tan cercanos los corazones queridos en tan lejana distancia, tampoco había lanzado la vista al horizonte y había visto jamás con tanta claridad vuestros felices rostros. En definitiva, jamás os había sentido tan cerca como ahora os siento.

Las paradojas de la vida permiten sentir el calor en la distancia y descubrir lo gélida que puede ser la cercanía.

En este año que ahora acaba, hago reflexión sobre lo vivido en la última década y descubro cuán relativa es la vida y cuán necesario es salir de la monotonía para darle valor a unas personas y desear el olvido de otras.

De esta encrucijada entre el recuerdo y el olvido parte esta felicitación navideña, honesta, llena de ilusión, repleta de deseos de vida, plena de cálidos sentimientos.

A ti, pieza insustituible de mi vida, te invito a que te sientas protagonista indiscutible de este envío. A ti, a quien he invitado a leerla, es a quien va dirigida en primera persona.

"Descubre la Navidad en cada uno de los días de este año que pronto comenzará:

En enero, perfuma tu vida con incienso.

Saca brillo a las bolas del árbol navideño en febrero.

Revisa, en marzo, las fotos que plasmaste mientras sonaron las campanadas.

Brinda con copas llenas de amor y decoradas de espumillón en abril.

En mayo, revisa tus doce deseos.

Cumple en junio, aquellos que aún no has comenzado.

Vuelve a limpiar el polvo de las figuritas del Portal en julio.

Recupera, en agosto, a todos los que te propusiste recordar en el Nuevo Año.

En septiembre, compra aquello que los Magos no te trajeron.

Come, en octubre, el turrón que dejaste olvidado en la despensa.

Escribe la, siempre cargada de ilusión, carta a Noël en noviembre.

Mira por la ventana, respira hondo, es diciembre, piensa en mí, sigue siendo Navidad y sigo estando junto a ti."

Dos mil nueve deseos de máxima felicidad para ti.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

UN RAYO DE ESPERANZA


Cuando la vida juega sus cartas y comienza a ganarte la partida, sientes que no queda nada que hacer, te acomodas para ver cómo se desarrolla el juego y dejas que el segundero marque su monótono ritmo.

Una vuelta.

360 grados.

Dos vueltas.

720 grados.

Tres vueltas.

1080 grados.

Infinita progresión de vueltas y grados.

Pero por suerte la vida, como el teatro, es esencia viva. Esencia que no se deja amilanar, que no se deja silenciar.

Por ello un día, el más afortunado de todos los días, descubres que no era la vida la que estaba jugando con aquellas manidas cartas. Eran unos hipócritas manipuladores de marionetas los que pretendían manejar cada una de tus intenciones, cada uno de los proyectos en los que siempre habías creído. Y ese día, te das cuenta que la pequeña distancia que te separa del fondo de la ciénaga donde esos malditos de apariencia monacal pretendían zambullirte puede salvarse con la mayor facilidad.

Miras hacia arriba y ves ese oculto rayo de esperanza que siempre estuvo ahí. Lo contemplas con sosiego, una sonrisa se dibuja en tus ojos y recuerdas que la vida no es azar. Vuelves a creer en ti, relajas tu cuerpo y dejas que ascienda hacia la superficie del magnífico lago. Cuando la cabeza asoma sobre el nivel del agua dejas de sentir el ahogo que durante tanto tiempo había vivido en tu pecho. Miras hacia abajo y, al fondo, ves cómo se desintegran las máscaras monacales para dejar al descubierto sus verdaderos rostros hipócritas.

Estás arriba, la distancia te ayuda a recoger las cartas que flotan en la superficie para que puedas disponerte a comenzar tu propia partida, la partida de tu vida, la partida que querrás jugar con todos los que aprendan a ver que no es la vida quien juega, el juego es nuestro.

Comencemos a jugar bajo el oculto rayo de esperanza que empieza a abrir su camino entre las esponjosas nubes.

lunes, 20 de octubre de 2008

El pajarillo.




El pajarillo, tras los barrotes de su jaula, contemplaba el mundo.


Veía pasar la vida trino a trino.


Respiraba profundamente y se acercaba para sentir el gélido tacto del hierro en sus plumas, le resultada desagradable pero sabía que era la única forma de observar atentamente el suelo que se escondía bajo su cárcel. Permanecía atento, mirando el discurrir de los seres libres que por él deambulaban. Envidiaba su libertad.


Cuando las lágrimas emborronaban su mirada, se hacía consciente de su verdad. Sabía que su vida oscilaba como el balanceo de su columpio. Delante, detrás, delante, detrás, delante, detrás..., pero al final del viaje, siempre el mismo centro.


Un amanecer, escondida su cabeza entre el mullido plumaje, sintió una sensación de extraña alarma. Temiendo desemascarse del plumoso antifaz que le protegía, dejó escapar uno de sus ojos para, como sagaz vigilante, descifrar su inquietud. Ante la sorprendente visión que vislumbraba, su corazón inició un trepidante galope que hizo temblar cada prenda de su plumaje. La puerta de su cárcel estaba abierta, limpió un ojo con su ala derecha, después el otro con la izquierda para salir de tan ilógico ensueño, pero sí, aquel hueco de libertad entre los barrotes era la real puerta que le llevaría a conseguir el deambular tanto tiempo envidiado.


Tensó los músculos de su tren de vuelo, adelantó su cabeza como afilada punta de flecha dispuesta a abrir la herida de su presidio y tomó impulso con sus débiles patas. Desplegó su cuerpo en el aire y cruzó la infranqueable barrera.


En el justo momento en que cruzó el umbral buscó un punto de aterrizaje, posó su liviano peso en él y contempló fijamente el aspecto exterior de su prisión.


Contento por sentirse libre, se dejó volar por la mansión durante eternas horas, olvidando el cansancio, dejando atrás el encierro, volando libre, volando, volando, volando.


La energía empleado en el vuelo comenzó a transformarse en incertidumbre. ¿Volar, volar, volar? Pero, ¿hacia dónde?


Posó su cuerpo frente al frío cristal de una de las muchas ventanas que horadaban cada pared y sintió caer sobre sí la más triste de las realidades. Su libre espacio, tantas veces añorado, amplio, espacioso, extenso, era una amplia, espaciosa y extensa prisión.


Respiró profundamente y se acercó para sentir el gélido tacto del vidrio en sus plumas, le resultó desagradable pero supo que era la única forma de observar atentamente el cielo que se escondía sobre su cárcel. Permaneció atento, mirando el discurrir de las aves libres que por él planeban. Envidió su libertad.


Las lágrimas volvieron a emborronar su mirada como tantas veces y, como tantas veces, se hizo consciente de su verdad.


Observó el cielo, analizó el vuelo de las libres aves. Veloz ascenso, vertiginoso picado, lento planeo. Veloz ascenso, vertiginoso picado, lento planeo. Veloz ascenso, vertiginoso picado, lento planeo.


-¿Qué hacéis? ¡Sois libres! ¡Romped esa monótona sintonía de vuelos!- Les gritó, pero ellas sordas a todo sonido continuaron marcando los compases de su trayectoria. Ascenso, picado, planeo. Ascenso, picado, planeo. Ascenso, picado, planeo.


El pajarillo, triste, quedó mirando hacia el azul cielo, viendo el dibujo de las blancas nubes, enormes bolas de algodón, suspendidas libremente en el cielo. Las contempló fijamente, una tras otra, otra tras una, una tras otra, otra tras una...


De pronto, el sol filtró sus rayos entre las nubes...


El pajarillo dibujó una sonrisa sobre su triste pico. ¿Era cierto lo que estaba viendo? ¡Claro que sí! Aquello tampoco era la libertad, ahora lo veía claro, esos barrotes de oro sobre el azul muro descubrían la más grande prisión nunca vista por sus diminutos ojos.


Feliz, volvió la mirada hacia su jaula. Emprendió un veloz vuelo hasta posarse en su columpio. Con la mirada alegre, se hizo consciente de su verdad y desde su centro aprendió que la libertad sólo se vive cuando existe dentro de ti.

jueves, 2 de octubre de 2008

LA BRÚJULA DEL RECUERDO NUNCA SE PODRÁ BORRAR.




Cuando, indeciso, comienzas a recorrer un camino desconocido te sientes como si pisases sobre arenas movedizas. Los pasos se vuelven torpes; las piernas, pesadas; la respiración, agitada y el ánimo triste.


¡Qué extraña sensación!


Al fondo se vislumbra un bello horizonte, coloreado de amanecer. Agudizas la mirada y descubres que aquellos pajarillos que revolotean nerviosos son tus anhelos que te aguardan impacientes.


Los ojos se disparan en mil destellos que deslumbran tu mente. Sabes que es el camino de la felicidad el que se abre ante ti, pero el peso de la costumbre aploma tu paso y lo vuelve titubeante.


Te resistes a mirar hacia atrás para que las dudas no te asalten. Sufres avanzando, sólo obstinado en mantener firme la mirada, al frente, siempre al frente. Nada más debe existir. Únicamente el horizonte. Continúas el camino, agotado, triste, amargo, con desilusionada ilusión, con certeras dudas...


Sientes una brisa fresca que acaricia el sudor de tu espalda, dejas que su mano juguetee con cada gota unos instantes, aprovechas ese lúdico momento para, con leve movimiento, girar el verde de tus ojos y repasar con ellos el camino recorrido . Al fondo ves cómo las siluetas de lo que quedó atrás van adquiriendo nitidez y sientes que con cada una de ellas tu paso se vuelve ligero, ágil, ilusionado.


Es, entonces, cuando descubres que para iniciar un camino desconocido los recuerdos de otros senderos son necesarios. Te haces consciente que la brújula del recuerdo nunca se podrá borrar.

domingo, 28 de septiembre de 2008

25 de agosto - 25 de septiembre: "Cartas de amor a Stalin" de Juan Mayorga TEATRO JOVELLANOS - GIJÓN





25



2 + 5 = 7



7 días, una semana







4 semanas, un mes







Un mes, una ilusión cumplida.







Sentidos plenos de emoción, momentos de tensión...







Pasos que inician su ciclo.

Derecho, izquierdo, derecho, izquierdo, derecho, izquierdo...







Mirada a las tablas, recorrido ascendente, en el campo de visión caras en la oscuridad agitadas por el aplauso.







Emoción desde la garganta apretando el corazón.







Los ojos intentan fijar en la mente cada uno de los sonidos surgidos del golpeto mano con mano buscando alguna coincidencia con los fijados desde anteriores tablas pisadas , se registran en la red neuronal, se procesan y no existe coincidencia. Cada aplauso de cada momento, noche tras noche, es diferente.







Es la magia del teatro vivida una vez más.




miércoles, 24 de septiembre de 2008

Yo, el teatro, digo...


Duerme…, duerme dulcemente. Sueña con los zapatos de tacón de mamá, desliza su carmín por tus labios, agarra con fuerza la sábana que te vestirá de princesa. Juega a ser hada, hechicera, mendiga, heroína. Abre el baúl, indulta a la fantasía, deja que vuele libre, que anegue las adultas mentes aburridas, que cosquillee las penas para que puedan reír.
Mientras tú sueñes, la imaginación seguirá viva. El payaso no llorará cuando quede solo, el mimo podrá borrar la melancolía de su rostro, el comediante hablará con infinitas voces, el dramaturgo deslizará su pluma sobre las blancas hojas, la bailarina nadará en el lago junto a los elegantes cisnes y el tenor atronará su voz.
En el crepúsculo de tu niñez, cuando se dé paso a la difícil adolescencia, no dejes nunca de imaginar. Esa ilusión hará que tu tránsito hacia la madurez sea placentero, lleno de maravillosas experiencias que felizmente podrás recordar durante tu vejez, convirtiéndote en el juglar que atizará la llama de la imaginación de los niños de entonces.
Sólo de esta manera, podré seguir existiendo. Sólo así, podré abrir mi telón cada día de la infinita eternidad. Ésa será la única forma de que las candilejas sigan brillando en la oscuridad, la emoción invada cada butaca y yo continúe recibiendo la generosa ofrenda del aplauso.
Lo grito con suaves palabras, no estoy dispuesto a morir. En contra de la fatal enfermedad que se me pronostica, resurjo cual Ave Fénix y grito desde las alturas: No sucumbiré, no me extinguiré. Aunque gélidas mentes abrasen las tablas de cada escenario, de cada tablacho, de cada carro. No desapareceré, porque cada vez que un niño como tú, dulce niña que ahora duermes, en cualquier remoto lugar de la faz de la Tierra respire el aire puro del jugar a ser, cada vez que tú tomes a escondidas esos tacones, pintes tus labios y te conviertas de nuevo en princesa, yo estaré viviendo.
No lo calles, cuando despiertes, grita tú también, con convicción, para que todos lo oigan: El teatro existirá siempre y para siempre, porque a cada instante, en el más inhóspito lugar habrá un niño o una niña jugando a ser príncipe o princesa, médico o enfermera, policía o ladrón.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Guspi, gracias por ser.


El más pequeño de los que te rodean es capaz de enseñarte la grandeza que no alcanzas a ver. ¡Aprende de él!

martes, 16 de septiembre de 2008

Un falso destino nos engaña.


Cuando te acercas a la tierra, hurgas con tus dedos en su cálida humedad y sientes el jugueteo de la inerte vida en tu piel...

Tu otra mano aprieta con firmeza la semilla que duerme protegida en ella. Sientes que forma parte de ti, no quieres separarte de la magnífica sensación que es sentir su latido. La percibes indenfensa, piensas que sin ti está perdida, abandonada a la vorágine desoladora de millones de insectos que, escondidos, la esperan impacientes con el fiero deseo de alcanzarla como gran trofeo de invierno.

La sensación de angustia galopa desde tu garganta, irradiándose hasta cada uno de tus poros haciendo que frías gotas de sudor vean la luz del turbio día.

Sigues hurgando la tierra en que se hunde la lejana mano que te distrae del mágico momento que está viviendo su par. Consigue que tu débil atención se centre ella, que durante unos eternos segundos observes el infinito juego que sus dedos describen.

La vida sigue su ciclo, el frío sudor se acerca amanazante a la indefensa semilla, la rodea en una angustiosa danza tribal, primitiva, salvaje... Surca cada uno de los pliegues epidérmicos, inútiles barreras de protección, hasta acariciar vorazmente al germen de vida que se estremece a su contacto. Su indefensa envoltura se arruga de extrañeza ante el inapacible ataque, se siente indenfesa en la fortificada estructura de tu mano. Ahogada en el salado mar que la rodea, siente la gélida barca que se acerca para comenzar el largo viaje hacia las profundidades. Se aferra a su existencia, lucha débilmente, aprieta cada uno de sus reblandecidos extremos, exprime cada árida partícula de aire que se le acerca conteniéndola dentro de su respiración como único eslabón de vida.

Se sabe abandonada en tu propia deriva, te observa ensimismado en tu terrestre distracción, se siente renegada a su propio destino y se entrega a la eterna espera.

En el inevitable momento de la definitiva marcha, verdes esperanzas germinan de su adentro, tallos de ilusiones crecen velozmente enredándose en cada inapreciable saliente de tu piel, hojas de vida se despliegan respirando el inesperado resurgir dando alas a una nueva esperanza.

Pero tu mirada, siguiendo la errada brújula, no consigue escuchar el susurro de vida que comienza a sonreír en ti.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Dos piezas forman un todo


La mañana se despierta soleada, no hay nubes donde jugar a ver las caras de los que echas de menos y delante de ti aparece un largo domingo que consumir.

Te adentras en el ciberespacio para buscar allí las nubes, pero tampoco en su inmensidad aparecen.

Decides buscar la melodía de tu vida entre los archivos computados y ocultos entre los bytes, siguiendo un asincopado ritmo, danzan las ansiadas nubes. Centras la atención y comienzas a descubrir cada uno de los rostros que añoras, completos, con sus guiños, sus sonrisas, su amargura, su ilusión... En imperfecta armonía desfilan tras el cristal de tu mirada, es entonces cuando eres consciente que las distancias más largas pueden estar al alcance de tu mano cuando las mentes se funden.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Gijón




Los días pasan mientras se gesta esta nueva vida. Miras al horizonte y ves un resplandor de felicidad, sabes que está allí y allí es donde quieres llegar.


Pero son tantas las cosas, las personas, los momentos..., que parece que van a quedar atrás. Aunque te detienes, respiras hondo y ves que no hay ningún temor, las personas están y seguirán, las cosas pueden ser guardadas para desempolvarlas después y los momentos..., los momentos viven en la mente, son las burbujas de aire que aplacan la presión del pecho y refrescan las lágrimas de la distancia.


A veces, ese horizonte se enturbia, alguna nube de duda lo emborrona, pero sonríes cuando vuelves a mirar y ves que esa nube, como tantas otras, no es más que un ente pasajero. La felicidad sigue estando al final del camino.


Es bello buscar ese final feliz del trayecto, caminando felizmente, tomando los maravillosos aperitivos de felicidad que aparecen a lo largo del sendero, mínimos bocados que te preparan para el gran banquete.


Una larga mesa llena de bocadillos rellenos de amor, empanadillas de abrazos, croquetas de besos, tablas de caricias variadas... Comienzas a comer despacio, repasando la película de tu vida y, milagro de la técnica, cada una de las personas que vienen a tu mente, salen de la pantalla, se acercan a ti y participan de este magnífico ágape que la vida te ha ofrecido. Todos juntos disfrutan de la comilona y se empachan de felicidad, sintiendo cómo la embriaguez de pasiones va en aumento.

lunes, 18 de agosto de 2008

Hoy empieza todo!!



-En estos momentos murcianos, comienza una historia asturiana y tú estás a mi lado para siempre.