domingo, 28 de septiembre de 2008

25 de agosto - 25 de septiembre: "Cartas de amor a Stalin" de Juan Mayorga TEATRO JOVELLANOS - GIJÓN





25



2 + 5 = 7



7 días, una semana







4 semanas, un mes







Un mes, una ilusión cumplida.







Sentidos plenos de emoción, momentos de tensión...







Pasos que inician su ciclo.

Derecho, izquierdo, derecho, izquierdo, derecho, izquierdo...







Mirada a las tablas, recorrido ascendente, en el campo de visión caras en la oscuridad agitadas por el aplauso.







Emoción desde la garganta apretando el corazón.







Los ojos intentan fijar en la mente cada uno de los sonidos surgidos del golpeto mano con mano buscando alguna coincidencia con los fijados desde anteriores tablas pisadas , se registran en la red neuronal, se procesan y no existe coincidencia. Cada aplauso de cada momento, noche tras noche, es diferente.







Es la magia del teatro vivida una vez más.




miércoles, 24 de septiembre de 2008

Yo, el teatro, digo...


Duerme…, duerme dulcemente. Sueña con los zapatos de tacón de mamá, desliza su carmín por tus labios, agarra con fuerza la sábana que te vestirá de princesa. Juega a ser hada, hechicera, mendiga, heroína. Abre el baúl, indulta a la fantasía, deja que vuele libre, que anegue las adultas mentes aburridas, que cosquillee las penas para que puedan reír.
Mientras tú sueñes, la imaginación seguirá viva. El payaso no llorará cuando quede solo, el mimo podrá borrar la melancolía de su rostro, el comediante hablará con infinitas voces, el dramaturgo deslizará su pluma sobre las blancas hojas, la bailarina nadará en el lago junto a los elegantes cisnes y el tenor atronará su voz.
En el crepúsculo de tu niñez, cuando se dé paso a la difícil adolescencia, no dejes nunca de imaginar. Esa ilusión hará que tu tránsito hacia la madurez sea placentero, lleno de maravillosas experiencias que felizmente podrás recordar durante tu vejez, convirtiéndote en el juglar que atizará la llama de la imaginación de los niños de entonces.
Sólo de esta manera, podré seguir existiendo. Sólo así, podré abrir mi telón cada día de la infinita eternidad. Ésa será la única forma de que las candilejas sigan brillando en la oscuridad, la emoción invada cada butaca y yo continúe recibiendo la generosa ofrenda del aplauso.
Lo grito con suaves palabras, no estoy dispuesto a morir. En contra de la fatal enfermedad que se me pronostica, resurjo cual Ave Fénix y grito desde las alturas: No sucumbiré, no me extinguiré. Aunque gélidas mentes abrasen las tablas de cada escenario, de cada tablacho, de cada carro. No desapareceré, porque cada vez que un niño como tú, dulce niña que ahora duermes, en cualquier remoto lugar de la faz de la Tierra respire el aire puro del jugar a ser, cada vez que tú tomes a escondidas esos tacones, pintes tus labios y te conviertas de nuevo en princesa, yo estaré viviendo.
No lo calles, cuando despiertes, grita tú también, con convicción, para que todos lo oigan: El teatro existirá siempre y para siempre, porque a cada instante, en el más inhóspito lugar habrá un niño o una niña jugando a ser príncipe o princesa, médico o enfermera, policía o ladrón.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Guspi, gracias por ser.


El más pequeño de los que te rodean es capaz de enseñarte la grandeza que no alcanzas a ver. ¡Aprende de él!

martes, 16 de septiembre de 2008

Un falso destino nos engaña.


Cuando te acercas a la tierra, hurgas con tus dedos en su cálida humedad y sientes el jugueteo de la inerte vida en tu piel...

Tu otra mano aprieta con firmeza la semilla que duerme protegida en ella. Sientes que forma parte de ti, no quieres separarte de la magnífica sensación que es sentir su latido. La percibes indenfensa, piensas que sin ti está perdida, abandonada a la vorágine desoladora de millones de insectos que, escondidos, la esperan impacientes con el fiero deseo de alcanzarla como gran trofeo de invierno.

La sensación de angustia galopa desde tu garganta, irradiándose hasta cada uno de tus poros haciendo que frías gotas de sudor vean la luz del turbio día.

Sigues hurgando la tierra en que se hunde la lejana mano que te distrae del mágico momento que está viviendo su par. Consigue que tu débil atención se centre ella, que durante unos eternos segundos observes el infinito juego que sus dedos describen.

La vida sigue su ciclo, el frío sudor se acerca amanazante a la indefensa semilla, la rodea en una angustiosa danza tribal, primitiva, salvaje... Surca cada uno de los pliegues epidérmicos, inútiles barreras de protección, hasta acariciar vorazmente al germen de vida que se estremece a su contacto. Su indefensa envoltura se arruga de extrañeza ante el inapacible ataque, se siente indenfesa en la fortificada estructura de tu mano. Ahogada en el salado mar que la rodea, siente la gélida barca que se acerca para comenzar el largo viaje hacia las profundidades. Se aferra a su existencia, lucha débilmente, aprieta cada uno de sus reblandecidos extremos, exprime cada árida partícula de aire que se le acerca conteniéndola dentro de su respiración como único eslabón de vida.

Se sabe abandonada en tu propia deriva, te observa ensimismado en tu terrestre distracción, se siente renegada a su propio destino y se entrega a la eterna espera.

En el inevitable momento de la definitiva marcha, verdes esperanzas germinan de su adentro, tallos de ilusiones crecen velozmente enredándose en cada inapreciable saliente de tu piel, hojas de vida se despliegan respirando el inesperado resurgir dando alas a una nueva esperanza.

Pero tu mirada, siguiendo la errada brújula, no consigue escuchar el susurro de vida que comienza a sonreír en ti.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Dos piezas forman un todo


La mañana se despierta soleada, no hay nubes donde jugar a ver las caras de los que echas de menos y delante de ti aparece un largo domingo que consumir.

Te adentras en el ciberespacio para buscar allí las nubes, pero tampoco en su inmensidad aparecen.

Decides buscar la melodía de tu vida entre los archivos computados y ocultos entre los bytes, siguiendo un asincopado ritmo, danzan las ansiadas nubes. Centras la atención y comienzas a descubrir cada uno de los rostros que añoras, completos, con sus guiños, sus sonrisas, su amargura, su ilusión... En imperfecta armonía desfilan tras el cristal de tu mirada, es entonces cuando eres consciente que las distancias más largas pueden estar al alcance de tu mano cuando las mentes se funden.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Gijón




Los días pasan mientras se gesta esta nueva vida. Miras al horizonte y ves un resplandor de felicidad, sabes que está allí y allí es donde quieres llegar.


Pero son tantas las cosas, las personas, los momentos..., que parece que van a quedar atrás. Aunque te detienes, respiras hondo y ves que no hay ningún temor, las personas están y seguirán, las cosas pueden ser guardadas para desempolvarlas después y los momentos..., los momentos viven en la mente, son las burbujas de aire que aplacan la presión del pecho y refrescan las lágrimas de la distancia.


A veces, ese horizonte se enturbia, alguna nube de duda lo emborrona, pero sonríes cuando vuelves a mirar y ves que esa nube, como tantas otras, no es más que un ente pasajero. La felicidad sigue estando al final del camino.


Es bello buscar ese final feliz del trayecto, caminando felizmente, tomando los maravillosos aperitivos de felicidad que aparecen a lo largo del sendero, mínimos bocados que te preparan para el gran banquete.


Una larga mesa llena de bocadillos rellenos de amor, empanadillas de abrazos, croquetas de besos, tablas de caricias variadas... Comienzas a comer despacio, repasando la película de tu vida y, milagro de la técnica, cada una de las personas que vienen a tu mente, salen de la pantalla, se acercan a ti y participan de este magnífico ágape que la vida te ha ofrecido. Todos juntos disfrutan de la comilona y se empachan de felicidad, sintiendo cómo la embriaguez de pasiones va en aumento.