sábado, 21 de marzo de 2015

REFLEXIONES PARA UN DÍA MUNDIAL DEL TEATRO

 
El Teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana”. Con esta máxima define Federico García Lorca al Teatro.

Desciende de este tono lírico, Enrique Jardiel Poncela, para dar un carácter más terrenal a la actividad teatral insistiendo en que “Escribir teatro – y yo apostillo, vivir del teatro – es el trabajo más difícil que más fácil parece”.

Un actor –una actriz- debe trabajar toda su vida, cultivar su mente, desarrollar su talento sistemáticamente, ampliar su personalidad; nunca debe desesperar, ni olvidar este propósito fundamental: amar su arte con todas sus fuerzas y amarlo sin egoísmo”. Así nos lo exige el gran maestro Contanstin Stanislavski.

Porque “un buen actor –afirma Vittorio Gasman- es un hombre que ofrece tan real la mentira que todos participan de ella”.

Y, contundente, recuerda Paul Newman, “actuar es como bajarte los pantalones; expones tu intimidad”.

Si somos constantes en nuestro oficio, si somos insistentes en nuestra formación, si hacemos partícipes, si somos autoexigentes, si desnudamos nuestra intimidad, si re-presentamos la Historia, si re-tomamos el pasado, si re-interpretamos el presente, si re-dirigimos las miradas al futuro, ¿no nos merecemos un camino transitable, un camino que permita desempeñar esta profesión generosa que siempre da, que da siempre, un camino libre de censuras ideológicas, de tributos exagerados, de políticas contrariadas con la Cultura?

Hago mías palabras de Vittorio Gassman, “El actor ideal no debe tener alma, porque tiene que recibir el alma de los demás”, pero re-interpreto su afirmación vistiéndola de interrogante, ¿esta carencia de alma es una de las razones por las que el oficio de actor siempre ha resultado un tanto sospechosa a la autoridad oficial? No, no, no, fuera prejuicios áureos, caducos, aburridos; favorezcamos que la sociedad sienta que “cuando el teatro es necesario, no hay nada más necesario”, como afirma Peter Brook. Tengamos presente que el Arte es el alimento del alma y, dice Addison, “el alma cuando sueña, es teatro, actores y auditorio”.

Dejadme, al menos por esta noche, soñar, porque la vida sueños son, que sir Laurence Olivier nunca dijo que “en una pequeña o gran ciudad o pueblo, un gran teatro es el signo visible de su cultura”, porque los teatros siempre fueron grandes, porque la Cultura siempre es visible.

Dejadme soñar, porque los sueños, sueños son; que jamás Voltaire necesito decir que “quienquiera que condene el teatro es un enemigo de su país”, porque el teatro nunca es condenado; porque, jamás, nadie fue enemigo de su país.

Dejadme soñar, porque los sueños, sueños son; que Grotowsky nunca declaró que “si los policías o los médicos entra en huelga, un país se sume en el caos, si los actores hacen huelga, a nadie le importa”; dejadme soñar que no hay huelgas, que jamás fue necesaria una gala de entrega de premios para reivindicar, que la Cultura importó, importa e importará.

Pero Voltaire me trae de vuelta a la realidad, “porque el espectador lo perdona todo menos la pesadez”. Concluyo, pues, con cadencia lorquiana recordando que el Teatro es poesía que sale del libro para hacerse humana.

Que la magia del Teatro nos mantenga siempre unidos.
 
(Escrito para la Clausura del XVII Certamen de Comedias - La Palma / 28-2-2015)

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